
📄 Tipo de contenido: Artículo de análisis crítico
⏱️ Tiempo estimado de lectura: 12 minutos
📅 Fecha de publicación: 28/06/2025
👤 Autor: Christian Cruz – Consultor en Kaigrowth
🔍 Tema central: El valor del criterio humano frente al avance de la inteligencia artificial en el trabajo
«El criterio humano, lejos de perder valor ante la inteligencia artificial, se vuelve más esencial que nunca.»
Mientras más nos apoyamos en la inteligencia artificial, más necesario se vuelve pensar con criterio. En una época en la que se prioriza la automatización y la eficiencia algorítmica, resulta paradójico que el pensamiento analítico y el juicio humano estén cobrando un valor renovado frente al avance de las máquinas. Es cierto: la IA puede procesar enormes volúmenes de información en tiempo récord y replicar ciertos aspectos del razonamiento humano que llegan a sorprender o incluso inquietar. Basta, por ejemplo, con mantener una conversación prolongada con ChatGPT para obtener un perfil psicológico bastante certero. Pero incluso entonces, el verdadero valor sigue estando en quién interpreta y decide a partir de la información que genera una IA: tú.
La paradoja actual: más tecnología, más criterio
A medida que las organizaciones adoptan herramientas de IA para agilizar tareas, optimizar procesos y tomar decisiones basadas en datos, surge una pregunta urgente: ¿quién valida esas decisiones? ¿Quién interpreta los resultados en contexto? ¿Quién decide cuándo seguir sus sugerencias o cuándo desconfiar?
Porque no basta con llamarla “inteligencia” artificial para asumir que no comete errores. Conviene recordar algo fundamental: la inteligencia artificial fue creada por humanos, y los humanos nos equivocamos. Además, las IAs se entrenan con billones de datos generados por personas, y eso incluye información errada, incompleta o sesgada.
En consecuencia, los resultados que genera una IA pueden reproducir errores, amplificar sesgos o incluso inventar datos cuando no encuentra una respuesta. Tal como haría una persona que improvisa para no quedar en evidencia.
Conviene recordar que:
- Aunque las máquinas procesan, no comprenden.
- Aunque predicen, no razonan.
- Aunque sugieren, no deciden con sentido.
En el Informe del Futuro del Trabajo 2025 del Foro Económico Mundial —basado en la perspectiva de más de 1 000 empleadores globales, que representan a más de 14 millones de trabajadores en 22 clústeres industriales y 55 economías— se proyectan datos contundentes:
- El pensamiento analítico sigue siendo la habilidad más buscada: 7 de cada 10 empresas la consideran esencial para 2025. Le siguen la resiliencia, la flexibilidad y la agilidad, junto con el liderazgo y la influencia social.
- Las brechas de habilidades son el principal obstáculo para la transformación empresarial según el 63 % de los empleadores.
- El 50 % de las empresas planea reorientar sus negocios en respuesta a la IA; dos tercios prevén contratar talento con habilidades específicas en IA, mientras que el 40 % estima reducir su plantilla debido a la automatización.
«La IA y el big data» encabezan la lista de habilidades de mayor crecimiento, seguidas por ciberseguridad y alfabetización tecnológica. Pero también se prevé un aumento en la demanda de pensamiento creativo, resiliencia, curiosidad y aprendizaje continuo. En contraste, la destreza manual y la precisión física muestran una caída clara en su relevancia.
Fuente: Future of Jobs Report 2025 – WEF
Lo que las máquinas hacen bien… y lo que no pueden hacer
La inteligencia artificial ha demostrado ser altamente eficiente en lo que es estructurado, repetitivo o cuantificable. Clasifica CVs en segundos, detecta anomalías financieras con precisión, predice comportamientos de clientes, redacta borradores de correos o informes en tiempo récord. En términos de velocidad y volumen, no tiene competencia humana.
“Donde hay ambigüedad, complejidad humana o dilemas de valores, la IA puede procesar información contextual, pero no puede comprenderla como lo haría una persona. Puede interpretar datos previos, pero no tiene memoria significativa, ni juicio basado en experiencia ni empatía.”
- «La inteligencia artificial, no capta tensiones políticas internas, ni mide el efecto de una decisión sobre la moral del equipo.» Esto es ampliamente cierto. Las IA actuales carecen de la capacidad de comprender las dinámicas humanas complejas, las relaciones interpersonales, las emociones subyacentes o el impacto psicológico de las decisiones. Su análisis se basa en datos y patrones, no en una comprensión intrínseca de la psicología humana o las estructuras sociales.
- «No distingue ironía, ni detecta dobles intenciones.» Si bien los avances en el procesamiento del lenguaje natural (PLN) han permitido a las IA detectar cierto sarcasmo o matices en el texto, la verdadera comprensión de la ironía o las dobles intenciones requiere una comprensión profunda del contexto cultural, las intenciones humanas y el lenguaje no literal, algo que las IA aún no poseen de manera robusta.
- «No siente vergüenza, no duda, no se hace preguntas.» Las IA no tienen emociones, conciencia o autoconciencia. No experimentan sentimientos como la vergüenza, no tienen la capacidad de dudar de sus propias respuestas o de las instrucciones que se les dan, y no pueden formular preguntas basadas en una curiosidad o reflexión interna como lo haría un ser humano. Operan basándose en algoritmos y datos, sin una mente o una subjetividad.
Un algoritmo puede recomendar despedir a alguien por bajo rendimiento sin entender que atraviesa un duelo. Puede optimizar turnos de trabajo ignorando el agotamiento acumulado. Puede personalizar productos sin cuestionar si la estrategia fomenta el sobreconsumo. Lo hace bien desde los datos, pero no desde el criterio.
En resumen, la IA es una herramienta poderosa para procesar información, identificar patrones y realizar tareas específicas, pero carece fundamentalmente de inteligencia emocional, autoconciencia y la capacidad de comprender plenamente las complejidades del comportamiento humano y las interacciones sociales. Es crucial reconocer estas limitaciones para tener expectativas realistas sobre lo que la IA puede y no puede hacer.
El Criterio humano en el trabajo, el diferencial que no se automatiza
El pensamiento crítico es una habilidad blanda; es una competencia esencial que no se entrena con prompts ni se simula con modelos. Es la capacidad de discernir lo relevante de lo ruidoso, de hacer preguntas incómodas, de detectar lo que los datos no dicen, y de asumir la responsabilidad por una decisión.
Un modelo predictivo puede sugerir una acción basada en patrones, pero solo un profesional con criterio puede decir: “esto no tiene sentido en este contexto”. Puede frenar, cuestionar, reinterpretar o incluso ir contra el algoritmo. Porque entiende el entorno, conoce las implicancias y, sobre todo, responde por las consecuencias.

Ese tipo de inteligencia no compite con la IA, la complementa desde otro plano: el del sentido, la visión, los valores y la ética aplicada. No es un lujo filosófico; es una necesidad operativa cuando se toman decisiones que afectan a personas, reputaciones, culturas, sociedades u organizaciones.
Una oportunidad para recuperar lo humano en el trabajo
El avance acelerado de la inteligencia artificial revela una paradoja silenciosa: mientras más sofisticada se vuelve la tecnología, más evidentes se hacen las capacidades humanas que simplemente no pueden programarse. En lugar de resistir la IA o celebrarla ciegamente, se nos presenta una oportunidad mucho más valiosa: recuperar aquello que ninguna máquina podrá replicar.
Hablamos de creatividad, empatía, intuición, juicio ético, comunicación significativa y una visión de conjunto. Estas no son solo habilidades complementarias en el trabajo; son, en esencia, su núcleo fundamental. Lamentablemente, en muchas ocasiones, las habíamos relegado en busca de una supuesta eficiencia.
Hoy, integrar la IA no debería ser sinónimo de deshumanizar las tareas, sino de liberar tiempo para enfocarnos en lo que realmente importa. Sí, automatizamos lo que es operable, pero lo hacemos para que el talento humano pueda concentrarse en aquello que exige criterio, vínculo y sentido. La meta es trabajar mejor, no solo más rápido.
Aquello que una máquina no puede hacer es, precisamente, lo que el trabajo del futuro y el del presente más necesita.
Lo que esto significa para profesionales y líderes
Para quienes lideran equipos o atraviesan una transición profesional, la irrupción de la IA no es solo un desafío técnico; es un llamado a redefinir la forma de trabajar y decidir.
El reto ya no es aprender a usar herramientas inteligentes, sino utilizarlas sin renunciar al criterio propio, sin apagar el pensamiento crítico.
Esto exige desarrollar o fortalecer competencias digitales, análisis crítico y adaptabilidad. Pero también implica revisar viejos hábitos: confiar ciegamente en sistemas, tomar decisiones por inercia o sacrificar el diálogo en nombre de la eficiencia.
Delegar decisiones a la inteligencia artificial sin cuestionarlas no es inteligente; es eludir una parte fundamental de nuestra responsabilidad profesional: aplicar pensamiento crítico a los resultados y recomendaciones que la IA produce.
Sin comprensión ni análisis, lo que genera la IA puede derivar en errores operativos, decisiones deshumanizadas o rupturas de confianza dentro de los equipos. La IA no asume consecuencias. Tú sí.
Hoy, lo que destaca a un buen profesional no es cuánto sabe usar ChatGPT, Gemini, Copilot, DeepSeek u otra IA, sino su capacidad para detectar cuándo, cómo y para qué utilizarlas. Lo que importa son las competencias digitales que permiten usar la IA como aliada para pensar mejor, no para pensar menos.
Formarse con conciencia y discernimiento, no por inercia
No se trata de “aprender IA” como quien toma un curso exprés para no quedarse fuera. Tampoco de coleccionar herramientas sin propósito. Formarse hoy exige algo más profundo: entender cómo convivir con la inteligencia artificial sin perder el control sobre las decisiones que importan.
La formación relevante no es solo técnica. Requiere pensamiento crítico, visión ética, capacidad de aplicación real y competencias digitales esenciales para el trabajo de hoy. Aprender a hacer prompts no sirve si no sabes para qué los necesitas. Usar herramientas no transforma nada si no hay un criterio que oriente su uso.
Las competencias digitales ya no son un complemento, sino un requisito transversal en casi todos los sectores. Desde el manejo de herramientas colaborativas hasta la capacidad de interactuar con sistemas inteligentes, las empresas valoran y seguirán valorando a quienes no solo usan tecnología, sino que la comprenden y la aplican con criterio. Puedes profundizar más en este tema en nuestro artículo El verdadero analfabetismo del siglo XXI: la falta de competencias digitales.
Lo que nadie puede delegar
Lo urgente no es dominar cada nueva herramienta, sino mantener el discernimiento mientras las usamos. Porque en esta Era Digital de la IA y la automatización, lo más decisivo no será lo que la IA sea capaz de hacer, sino nuestra capacidad de adaptarnos sin renunciar a lo que nos hace humanos: el pensamiento crítico, la interpretación contextual, y nuestra forma de procesar información desde la experiencia, los valores, la empatía y la ética. Un procesamiento más lento, sí, pero profundamente vinculado a los matices sociales, culturales, emocionales y racionales que caracterizan a nuestra Inteligencia biológica.
En Kaigrowth creemos que la inteligencia artificial no reemplaza al criterio humano, sino que exige desarrollarlo más que nunca. Por eso, diseñamos experiencias de formación para empresas y profesionales que no solo buscan usar tecnología, sino aprender a integrarla con sentido, responsabilidad y visión estratégica.
¿Qué aspectos crees que necesitamos fortalecer, como sociedad y en el trabajo, para integrar la IA sin perder lo que nos hace humanos?
📝 Epílogo | De la imaginación al criterio
Hace cinco años escribí un artículo titulado “La imaginación”, una invitación a reconectar con nuestra capacidad de crear, soñar y proyectar. Entonces hablaba de la lectura como una puerta a mundos posibles; hoy refuerzo la idea de que es una herramienta clave para desarrollar el pensamiento crítico.
La lectura profunda no la que se escanea, sino la que se digiere fortalece habilidades que ninguna IA puede entrenar por nosotros: comprensión, análisis, reflexión, discernimiento. Leer no es solo acumular información; es aprender a navegarla, cuestionarla y darle sentido.
En una época donde las máquinas pueden escribir textos en segundos, leer con criterio y pensar con autonomía se vuelve un acto aún más valioso. Porque la inteligencia artificial puede asistirnos, pero el entendimiento sigue siendo un trabajo humano.
Una reflexión personal sobre la creación de este artículo
He creado este artículo con la ayuda de inteligencia artificial. En ocasiones me cuestiono por usarla en un contenido que bien podría haber redactado íntegramente por mi cuenta. Pero luego recuerdo que no recurro a la IA porque no sea capaz de hacerlo solo, sino porque puedo concentrar mi esfuerzo en lo más relevante: pensar, discernir y comunicar con propósito, en menos tiempo.
El artículo “La imaginación” el mismo que menciono en el epílogo lo escribí hace años sin ninguna herramienta de IA. Me tomó más de cinco días de trabajo en sesiones de varias horas diarias: investigación, redacción, revisión, edición, reedición.
Hoy, la diferencia no está en la dedicación y calidad de lo que escribo, sino en cómo organizo mi energía para hacer que la tecnología me complemente, sin que me reemplace. Esa es, creo, una de las habilidades que tendremos que aprender todos.
🛠️ Cómo fue creado este artículo
No fue generado con un clic, ni redactado en piloto automático. Es el resultado de un proceso de co-creación intensiva entre inteligencia humana e inteligencia artificial, distribuido en más de 15 horas de trabajo editorial en 3 jornadas.
¿Por qué comparto esto?
Porque hablar de inteligencia artificial con responsabilidad también implica mostrar cómo se trabaja con ella. Este artículo fue elaborado con apoyo de IA, desde una postura donde la tecnología asiste, pero no sustituye la reflexión humana. Al compartirlo, la intención es invitar a pensar sobre la importancia del discernimiento y la autonomía crítica en esta Era Digital.
🔄 Proceso de trabajo
- Definición de tema, enfoque, palabra clave y objetivo del artículo
- Redacción por secciones con propuestas de IA supervisadas, cuestionadas y corregidas
- Revisión crítica de estilo, tono, consistencia narrativa y precisión conceptual
- Análisis y reescritura de ideas para evitar afirmaciones vacías o tecnofilia excesiva
- Integración de datos verificados desde fuentes confiables (como el Foro Económico Mundial)
- Generación, evaluación y edición de imágenes mediante IA
🧠 Rol humano (Christian Cruz)
- Direccionó el enfoque editorial y pedagógico del artículo
- Revisó críticamente cada propuesta de IA, reformulando párrafos, matices y enfoques
- Validó todas las afirmaciones conceptuales o estratégicas
- Integró tono reflexivo y formativo alineado con los principios de Kaigrowth
- Realizó correcciones lingüísticas, narrativas y éticas
- Definió el cierre editorial, la estructura final
🤖 Rol de la IA (ChatGPT)
- Propuso borradores de redacción estructurada
- Apoyó en la mejora de estilo, claridad y ritmo del texto
- Asistió en la síntesis de fuentes y en la generación de imágenes conceptuales
- Respetó el criterio editorial y fue utilizada como una herramienta, no como autora
✍️ Christian Cruz
Consultor en Kaigrowth | Capacitación en Alfabetización Digital y Formación en Competencias Digitales e Inteligencia Artificial Aplicada.